En la mitología mesopotámica, Nannar, era el dios de la luna. Se le consideraba hijo de Enlil, el dios del cielo y el viento y de Ninlil, diosa del aire. Los sumerios lo llamaban Nanna o Nannar, mientras que, para los pueblos acadio y babilonio, Sin era su nombre. Otra forma de referirse a él era como En-zu, que significa 'Señor de la sabiduría'.
Originalmente, Nannar era un dios protector de los pastores e incluso, por un tiempo, en la ciudad de Ur se le considero el dios supremo y se le designo como “padre de los dioses” o “creador de todas las cosas”.
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Más tarde, se le asocio con la luna y la sabiduría, uniéndose ambos en la personificación de Nannar, debido a la estrecha relación que hay entre la luna y la astronomía.
Estaba casado con Ningal, la personificación femenina de la luna y diosa de las cañas. Con ella tuvo a Inanna, la diosa de la vida, a quien más tarde le heredaría el cetro lunar y a Utu, el dios sol.
Junto a sus hijos, Nannar formo la triada de divinidades astrales de la religión sumeria. Siendo sus símbolos, respectivamente, la media luna, la estrella de ocho puntas y el disco solar.
Los acadios también los incluyeron en la que es conocida como “Triada semita”, constituida por estos tres mismos dioses, pero bajo los nombres que les dieron los acadios: Sin, Ishtar y Shamash.
En cuanto a sus funciones, Nannar era el encargado de regir el paso de los meses, también controla las mareas y todos los procesos cíclicos asociados a la luna.
Un mito cuenta que Enlil y Ninlil descendieron un día desde el cielo hasta el inframundo, mientras Ninlil estaba embarazada de Nannar. En el inframundo, los dioses tuvieron que realizar tres “sustituciones” para permitir el ascenso de Nannar. Estas llamadas “sustituciones”, son intercambios entre el plano celestial y el del inframundo, pues el equilibrio cósmico siempre debe mantenerse.
Para que algo nuevo suba, algo equivalente debe bajar y si algo quiere bajar, su equivalente debe subir.
Nannar es representado como un anciano con cuernos y barba del color del lapislázuli, y montado en un toro alado. Su símbolo principal era la luna creciente, pero también el toro, que fue heredado por su padre, Enlil.
Sin controla el paso de los meses y las mareas con su influencia sobre la luna. Otorga luz durante la noche, y, además garantiza la abundancia y el crecimiento.