Enma Daio es una figura central en la mitología japonesa, su origen se remonta a la tradición budista, pues es la versión japonesa del dios hindú y budista Yama, el juez de los muertos en el inframundo.
Enma Daio es el señor de Jigoku, el infierno japonés, y su papel principal es juzgar las almas de los fallecidos y determinar su destino final, ya sea el castigo en el infierno o el renacimiento en una nueva vida. En el juicio, Enma examina las acciones pasadas de las almas, ayudado por su gran libro, que registra todos los pecados y buenas obras de las personas durante su vida.
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Dependiendo de su veredicto, las almas pueden ser enviadas a uno de los múltiples niveles de Jigoku, cada uno con distintos tipos de castigo, o a un ciclo de renacimiento si han acumulado buen karma, manteniéndose en el ciclo de reencarnación conocido como Samsara.
Se dice que el Jigoku cuenta con diferentes niveles o cortes que administran el inframundo, cada uno regido por un juez que evalúa el karma de las almas. Enma Daio es el juez supremo, encargado de la quinta corte, la más importante de todas. Se cree que él realiza el juicio final después de que las almas hayan pasado por los otros jueces y niveles del inframundo.
Enma Daio aparece en varios mitos y relatos del folclore japonés. A continuación, les comparto los más emblemáticos.
Según una historia popular, las almas de los muertos se encuentran con Enma Daio a los 7 días de fallecer, en lo que se conoce como Shonanoka, el "séptimo día". En ese momento, Enma comienza a revisar las acciones de su vida. Si el alma ha sido muy virtuosa, puede ser liberada de los ciclos de reencarnación o sufrir menos castigos en el infierno.
Un relato cuenta que, un hombre llamado Shojoji había cometido numerosos crímenes, pero justo antes de morir se arrepintió sinceramente. Cuando llegó al tribunal de Enma Daio, fue juzgado por sus pecados, no obstante, debido a su arrepentimiento y a una intervención divina, Enma decidió perdonarlo y lo envió a un mejor destino. Lo que demuestra que el verdadero arrepentimiento, llevado a cabo con la más pura sinceridad, puede salvar el alma.
Enma Daio también aparece en mitos sobre un "espejo" que refleja las acciones de la vida de las personas. Cuando las almas llegan ante Enma, él les muestra este espejo, que refleja de manera perfecta y sin engaños todo lo que la persona ha hecho. Este espejo hace imposible mentir o engañar a Enma, lo que le permite juzgar de manera justa y precisa.
En algunas leyendas locales, Enma Daio puede ser visto como un protector. En estas historias, personas que han cometido un pecado o crimen grave lo encuentran en sueños o visiones, donde Enma les advierte del castigo que sufrirán si no corrigen su camino.
A continuación, les relato una pequeña leyenda local que es bastante conocida en algunas regiones de Japón:
Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo japonés, vivía un joven llamado Taro, conocido por ser un muchacho bueno y amable, pero con una gran debilidad: solía mentir. Aunque sus mentiras parecían inofensivas, con el tiempo se hicieron más frecuentes y afectaban a quienes lo rodeaban. Sus padres y amigos le advertían que debía dejar ese mal hábito, pero Taro siempre respondía con una sonrisa, diciendo que no hacía daño a nadie.
Un día, Taro cayó gravemente enfermo y, poco después, murió. Su alma fue llevada ante Enma Daio, el gran juez del inframundo. Allí, Taro se presentó confiado, pensando que sus buenas acciones en vida serían suficientes para evitar un castigo. Sin embargo, Enma Daio lo miró con severidad y le mostró un espejo especial, el espejo de la verdad. En él se reflejaron todas las mentiras que Taro había dicho durante su vida, incluso aquellas que él había olvidado. Cada mentira en el espejo aparecía como una sombra oscura que cubría el corazón de Taro.
Al ver el espejo, el joven intentó defenderse, diciendo que nunca había hecho nada realmente malo, pero Enma le recordó que las mentiras, aunque pequeñas, tienen consecuencias, y había causado dolor a otros sin siquiera darse cuenta. Taro, lleno de remordimiento, se arrodilló ante Enma y le pidió perdón. Enma, conocido por ser justo, pero también compasivo, le dio una oportunidad: sí prometía no mentir nunca más, podría regresar a la vida y enmendar sus errores. Algo que Taro acepto sin pensarlo.
Así, Taro despertó de lo que sus familiares pensaron era la muerte. A partir de ese día, cambió por completo su comportamiento. Ya no decía ni una sola mentira, y dedicó su vida a ayudar a otros, recordando siempre la advertencia de Enma Daio. En el pueblo, todos contaban la historia del joven que había sido juzgado por el gran juez del inframundo y había regresado para convertirse en una mejor persona.
Enma Daio es generalmente representado como una figura imponente y severa. Su rostro es de color rojo, simbolizando su ira y autoridad como juez del inframundo. Su cara también refleja una expresión feroz. Se le ve con una vestimenta tradicional china. A menudo con una corona o un sombrero y sentado en su gran trono, acompañado por el gran libro donde registra todas las acciones humanas.
Enma Daio posee varios poderes relacionados con su papel como juez del inframundo. Tiene la capacidad de juzgar las acciones de todas las almas que llegan al inframundo, determinando su destino. Puede ver a través de las mentiras y engaños, posee cierto control sobre el karma, ya que, él decide el tipo de castigo o reencarnación de cada alma.
Estos poderes hacen de Enma Daio una figura justa y todopoderosa en el reino de los muertos.