El Umibozu es un espíritu en el folklore japonés. Se dice que vive en el océano y hace zozobrar la nave de cualquier persona que se atreva a hablar con él. Su nombre se traduce literalmente como "monje del mar", pues proviene de las palabras "umi" que significa "mar" y "bōzu" que es un término utilizado para referirse a los monjes budistas.
Se dice que los Umibozo aparecen y desaparecen en los océanos, a menudo de noche, y se cree que aparecen de repente en lo que antes era una superficie marina tranquila, mostrándose como la cabeza negra de un bōzu gigante y destruyen barcos. Además, solían aparecer en enjambres para atacar los barcos, hacían cosas como aferrarse al casco e intentaban apagar el fuego de los marineros.
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Se dice que a veces emitían una voz que decía "yaa yaa", y cuando eran golpeados por los barcos emitían chillidos de algo similar a "aitata". Su debilidad es el humo del tabaco, por ello se dice que, si uno tiene la mala suerte de encontrarse con uno, tener un cigarro de tabaco listo puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
En la región de Tōhoku, existe la costumbre de sacrificar a las deidades el primer pez capturado al pescar, pues de no seguir la práctica, un umibōzu aparecerá y destruirá el barco y se llevará al dueño del mismo.
En la prefectura de Nagano, hay umibōzu que viven en ríos, algo poco común en todas las provincias. Según la leyenda, tenían cuerpos gigantes y cabezas negras que parecían grandes estatuas de Buda, y que solo la parte superior de sus cuerpos estaba por encima del agua.
En la literatura clásica, también hay historias que incluyen a los Umibozu. En el ensayo Usō Kanwa se decía que los umibōzu aparecerían a finales de mes, por lo que estaba prohibido zarpar durante ese tiempo, pero se cuenta que un marinero rompió esta prohibición y se hizo a la mar, momento en el que apareció un umibōzu y le preguntó:
"¿Soy temible?" a lo que el marinero respondió: "No hay nada más temible que navegar por todo el mundo", ante lo cual el umibōzu desapareció.
De manera similar, existe una leyenda sobre un "zatō gashira" (cabeza de hombre ciego), un bōzu ciego que aparece sobre el mar y pregunta a la gente: "¿Soy temible?", y si uno actúa asustado diciendo: "Tengo miedo" o "Por favor, ayuda", dirá: "No deberías salir al mar a finales de mes", y sin más desaparecerá.
En el Kii Zōdan Shū del Periodo Edo hay declaraciones sobre umibōzu llamados "kuro nyūdō" (sacerdotes negros iniciados). Un barco se dirigía a la provincia de Ise y uno de los barqueros llamado Zenchi se negó a tener "solo una mujer" a bordo, por lo que llevó a la fuerza a su esposa al barco, y se encontró con una gran tormenta.
El dueño del barco creyó que la deidad dragón estaba enojada, al menos en parte debido a las mujeres a bordo, y a pesar de arrojar al mar cosas que pensó que podrían gustarle a un dragón, la tormenta aún no se calmó y, finalmente, apareció el kuro nyūdō.
Tenía una cabeza cinco o seis veces el tamaño de un humano, ojos brillantes y una boca parecida a la de un caballo que medía 2 shaku, el equivalente a 60 cm de largo. Se dice que la esposa de Zenchi tomó una decisión y se arrojó al océano, el kuro nyūdō se tragó a la mujer y quedo satisfecho, deteniendo la tormenta.
Se dice que estos umibōzu son deidades dragón caídas que exigían sacrificios.
Los umibozu suelen tener un aspecto humanoide, con largas extremidades y una enorme cabeza, de la que solo resaltan sus enormes ojos brillantes. Suelen tener entre unos pocos metros y algunas decenas de metros de longitud y sus cuerpos son negros y delgados, aunque la mayoría de las veces solo se les puede ver del pecho hacia arriba, de modo que su verdadero tamaño es desconocido.