En el folclore y la cultura tradicional japonesa, los Onryo, conocidos como “espíritus vengativos”; “iracundos”; “del odio”; “resentidos”; “despiadados”; “envidiosos”; “oscuros”; “caídos” o “abatidos”, son fantasmas que pueden volver a la vida para buscar venganza.
Se desconoce el origen especifico de estos seres, pero la creencia de su existencia se remonta al siglo VIII, basándose en la idea de que las almas poderosas y enfurecidas de los muertos podían usar estos atributos para salir del yomi y manifestarse en el plano terrenal para dañar a los vivos.
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Según las creencias, el alma o espíritu de una persona existe de forma natural cuando se encuentra estable o en equilibrio, pero cuando surge demasiado odio o resentimiento, puede llegar a separarse del cuerpo, convirtiéndose en un onryo.
Existen multitud de relatos asociados a un onryo, pero aquí les voy a compartir los más conocidos:
Se cuenta que el erudito Sugawara, había caído en desgracia política, razón por la que murió en el exilio. Tras su muerte, su espíritu se convirtió en un onryo que causó la muerte de sus calumniadores y diversas catástrofes. Para apaciguar su espíritu iracundo, restauraron el antiguo rango y posición de Sugawara, deificándolo en el culto de los Tenjin, kamis patronos de los académicos y eruditos.
Otra leyenda narra que una esposa abandonada es encontrada sin vida, con toda la cabellera intacta y sus huesos aún adheridos. El marido, temiendo la represalia de su espíritu, busco la ayuda de un adivino, este le pide que realice una tarea sumamente complicada de realizar, debe montarse sobre el cadáver y tomarlo de los cabellos mientras el realiza un exorcismo. El espíritu salió a buscar a su marido para vengarse, pero no pudo encontrarlo, lo que le dio el tiempo necesario al adivino para completar el exorcismo.
Una leyenda más cuenta la historia de un samurái que le promete a su esposa moribunda no volverse a casar nunca más. Pero su promesa duro poco tiempo, lo que causo la ira del espíritu de su difunta esposa, que regresa a la vida como un onryo y elimina a la nueva y joven esposa del samurai, arrancándole la cabeza. Un vigilante persiguió a la aparición y tras darle alcance lo ataco con su espada, a medida que la espada cortaba recito una oración budista, destruyendo al fantasma de la esposa muerta.
El emperador Sutoku, Taira no Masakado y Sugawara no Michizane son llamados los Tres Grandes Onryō de Japón, pues se les considera los más poderosos y venerados de la historia japonesa. Después de que fallecieron con resentimiento e ira, hubo una serie de muertes de oponentes políticos, desastres naturales y guerras, razón por la cual los gobernantes los consagraron como kami y los deificaron en santuarios sintoístas para apaciguar su resentimiento e ira que los habían convertido en onryo.
A pesar de que el aspecto de los onryo es muy variado, pues depende totalmente de su aspecto en vida, la cultura ha establecido un aspecto para este fantasma que consta de tres elementos: El kimono blanco de luto, cabellera negra, larga y despeinada, maquillaje de cara blanco y añil llamado aiguma.
Los Onryo son capaces de lanzar maldiciones de muerte e incluso manifestarse para propiciar la muerte de alguien o hacer el trabajo ellos mismos.