Gato de Yule

Hace mucho tiempo, en las montañas heladas de Islandia, vivía una ogresa gigantesca llamada Grýla, cuya fama aterrorizaba a las aldeas cercanas. Durante todo el año, Grýla vigilaba desde su cueva, escuchando los rumores que traía el viento sobre los niños desobedientes.

Si lo prefieres tenemos para ti la historia del Gato de Yule en video, seguro te encantara, checalo y regalanos un like.

Se decía que tenía un caldero enorme donde cocinaba un guiso especial hecho con los pequeños que no seguían las reglas de sus padres.

Pero Grýla no estaba sola. Con ella vivían sus 13 hijos, conocidos como los Yule Lads, famosos por sus travesuras, y su feroz mascota, el temible Gato de Yule. El Gato de Yule no era un gato común. Era gigantesco, del tamaño de una casa, con ojos que brillaban como faroles en la oscuridad y un pelaje negro que se confundía con las sombras de la noche.

Cada invierno, el Gato de Yule salía de su guarida para recorrer las aldeas. Sin embargo, no buscaba niños desobedientes como Grýla; su objetivo eran aquellos que no habían recibido ropa nueva antes de la Navidad.

Se decía que el Gato de Yule acechaba a los hogares y revisaba si cada miembro de la familia había trabajado lo suficiente para merecer ropa nueva como recompensa. Si alguien no tenía prendas nuevas para lucir durante las fiestas, el Gato los consideraba vagos y los devoraba sin piedad.

Esto llevó a muchas familias a trabajar arduamente durante el otoño e invierno, tejiendo y confeccionando ropa para asegurarse de que todos recibieran al menos una prenda nueva antes de Navidad.

Una leyenda cuenta que una vez, un joven llamado Björn decidió desafiar al Gato de Yule. Björn era un tejedor perezoso y había pasado el otoño jugando en lugar de hacer su trabajo. Cuando llegó la víspera de Navidad, su madre le advirtió que el Gato vendría por él si no terminaba de tejer su bufanda antes de medianoche.

Pero Björn, incrédulo, se burló de la advertencia y se fue a dormir. Esa noche, mientras la familia dormía, un ruido extraño resonó afuera de la casa. Era como un rugido bajo y profundo, acompañado de un sonido metálico como si unas garras enormes rasgaran la tierra helada.

Björn se despertó sobresaltado y, al mirar por la ventana, vio dos ojos gigantes que brillaban en la oscuridad. Era el Gato de Yule, que había venido a buscarlo.

Desesperado, Björn corrió hacia el telar y empezó a tejer con manos temblorosas. El Gato rasgó la puerta, y sus enormes patas comenzaron a entrar en la casa. En el último momento, justo cuando el Gato estaba a punto de saltar sobre él, Björn terminó la bufanda y se la colocó alrededor del cuello.

El Gato de Yule, al ver que ahora llevaba una prenda nueva, soltó un gruñido molesto y desapareció en la noche, dejando tras de sí una advertencia: "Que nunca falte el esfuerzo antes del Yule."

Desde entonces, Björn trabajó con diligencia, y la historia del Gato de Yule se convirtió en una advertencia para todos los niños y adultos de la región: siempre hay que esforzarse y estar preparados, porque el invierno trae consigo pruebas y peligros, incluso de un gato gigante con un hambre voraz.