Leigong (Mitología China)

Dentro del taoísmo, se cree que Leigong desciende al mundo cuando el cielo así lo ordena. Es enviado por las deidades celestes más altas a castigar a mortales culpables de crímenes secretos, crímenes que no han salido a la luz para los hombres, pues los mortales los ocultan, pero que los dioses que lo ven todo si conocen.

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También sanciona a los espíritus malignos que utilizan su conocimiento del Tao para atentar contra los seres humanos.

Este dios tiene a su disposición a diversos asistentes, quienes también controlan fenómenos considerados celestiales. Dianmu, diosa del rayo, era su esposa, también lo acompañaba Yun Tong, quien levantaba las nubes negras y Yu Shi, que provoca aguaceros sumergiendo su espada caliente en una olla, además, estaba Fengbo, quien hacia surgir vientos de una bolsa de cuero.

Cuenta la leyenda que Leigong comenzó su vida como un mortal. Un día mientras vagaba por la tierra, fue testigo de una lucha entre el demonio zorro y un guerrero celestial, El enfrentamiento dio como resultado el surgimiento de un árbol de melocotones que descendió desde el cielo. Leigong se acercó para probar uno de sus frutos, pero apenas le dio el primer mordisco sintió como el poder corría por su cuerpo, transformándolo en un ser divino.

Entonces, ascendió al cielo, donde se le otorgo un martillo y un cincel capaces de crear truenos y rayos. Enseguida, el Emperador de Jade le dio una gran responsabilidad, le ordeno eliminar a las personas y espíritus malvados, pero debía tener cuidado de no lastimar a los inocentes, cosa que en principio se le dificulto bastante, pues al invocar sus rayos el cielo se oscurecía y le era difícil apuntar correctamente.

Dianmu fue una de las víctimas de la furia siega de su esposo. Antes de ser una diosa vivía con su madre en el campo, donde trabajaban cultivando arroz. Un día, arrojó una cáscara a un río porque a su madre le resultaba demasiado difícil comerla, desgraciadamente para ellas, Leigong fue testigo del acto, poniéndose furioso al creer que las mujeres estaban desperdiciando la preciada comida, así que cuando la vio tirando la cáscara la fulmino con uno de sus rayos.

El Emperador de Jade descubrió lo que había hecho Leigong, lo que lo puso bastante molesto, pues volvió a fallar en su tarea. Entonces revivió a Dianmu y la convirtió en una diosa.

Enseguida la coso con Leigong, quien, como castigo por haberle lanzado su trueno, se le dio la responsabilidad de cuidar de ella. Lo que estuvo lejos de ser malo para el dios, pues ahora Dianmu trabajaría con Leigong para ayudarlo. Desde entonces, ella usa espejos para iluminar la tierra con la finalidad de que Leigong pueda ver a quién golpea y asegurarse de que no sean inocentes. Por eso los rayos son lo primero y enseguida viene el estruendo del trueno.

Leigong es representado como un ser temible, con enormes garras y alas de murciélago o de ave. Su piel era de color azul y su boca era un pico de pájaro. Carga con un tambor, un martillo y un cincel. A veces se le muestra montado en un carro volador, acompañado de la tormenta.

Como dios del trueno, Leigong posee un enorme poder, es capaz de provocar tormentas e invocar truenos con los que fulmina mortales o espíritus malignos.