Vashtorr, titulado como el "Arquífice", es un semidiós del Caos de la franquicia de Warhammer 40k. Este dios opera en su propia esfera de influencia, alejado de los poderes ruinosos principales. Su reino es la Forja de las Almas, origen de todas las armas e Ingenios Demónicos de los Dioses del Caos.
Vashtorr es una criatura proveniente de la disformidad, a pesar de su naturaleza demoníaca, no está atado a ninguno de los cuatro Dioses del Caos. Se le considera un semidiós, patrono de los inventores, ingenieros, científicos y artesanos que no atienden a ningún tipo de moral a la hora de avanzar en sus investigaciones.
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Es la personificación de la necesidad mortal de entender la naturaleza para poder esclavizarla y así finalmente, poder obtener la apoteosis tecnológica a cualquier costo. Aunque posee un increíble poder, solo es una entidad menor al lado de los grandes dioses, por lo que su objetivo final es la apoteosis y convertirse en el quinto Dios del Caos.
Vashtorr es un ser casi totalmente desconocido, puesto que apenas se han registrado apariciones ante los mortales a lo largo de la historia de la galaxia, no obstante, aunque aún se desconocen los motivos o razones por las que ocurre, siempre que ha aparecido lo ha hecho como heraldo de la catástrofe. Su origen es, igualmente desconocido:
Algunos piensan que fue creado por una raza antigua; otros creen que nació en la Disformidad tras los horrores de la Era Oscura de la Tecnología; pero hay algunos otros que creen que es lo contrario, y que fue Vashtorr el causante de tales sucesos tan oscuros en la historia de la humanidad. Sea cual sea su origen, no es un Príncipe Demonio ni otra entidad parecida, Incluso tiene su propio papel en el Gran Juego.
Es el maestro de la Forja de las Almas, un reino independiente en la Disformidad, hecho de hierro oscuro y vapor, donde se firman pactos oscuros y se producen transformaciones grotescas. A cambio de su servidumbre y un pago de almas, Vashtorr fusiona demonios con maquinaria, creando poderosos ingenios demoníacos y criaturas híbridas. Otros demonios, menos desesperados o con menos que ofrecer a las forjas, son simplemente esclavizados a la voluntad de Vashtorr, uniéndose a sus huestes.
Al contrario de lo que ocurre con otros demonios, la naturaleza de Vashtorr no incluye la mentira o el engaño, y sus contratos son directos y explícitos. En su lugar, utiliza la naturaleza violenta de los demonios en su contra, pues por cada derrota que sufre una criatura que tenga una deuda con él, más crece esta. Así, muy pocos demonios han logrado escapar de las garras de Vashtorr.
La independencia de Vashtorr y la Forja de Almas se mantiene segura gracias a estas hordas de demonios encadenados, así como por su utilidad para los Dioses del Caos, pues ninguna de estas entidades desea ser la que pierda la lealtad de Vashtorr, ya que este es el traficante de armas del Caos.
Sin embargo, Vashtorr no esta conforme con su mera supervivencia o con ser un simple traficante, por ello se ha puesto manos a la obra con el fin de obtener más poder
Cuando Abaddon el Saqueador logro recuperar el control del Espíritu Vengativo, la antigua nave de guerra de Horus, el mayor traidor de la humanidad, enseguida la nave sufrió un ataque de origen desconocido. Los componentes electrónicos y mecánicos de la nave parecían volverse locos. Abaddon se dirigió al centro de la extraña manifestación, donde el Saqueador se encontró con Vashtorr, quien le ofreció un trato:
El Arquífice necesitaba la ayuda de la Legión Negra para obtener la Llave, un objeto necesario para cumplir la profecía que Vashtorr creía que le convertiría en un Dios del Caos; a cambio, el demonio otorgaría a Abaddon las armas necesarias para la siguiente parte de su plan contra el Imperio.
La primera parte del plan de Vashtorr para hacerse con la Llave consistía en atacar el mundo de Magdalor, mundo natal del Capítulo de los Ángeles de Hierro. La Legión Negra lanzó un ataque a la "Corona del Ángel", Fortaleza monasterio de los Ángeles de Hierro, y masacraron a todos los miembros en ella, incluyendo al Señor del Capítulo Nymarn.
Luego saquearon una reliquia, un pilar de mármol que una vez sirvió como pedestal para la estatua de un Marine Espacial. Se desconoce cuál es exactamente el uso del pedestal, solo que es parte del artefacto que Vashtorr pretende unir, como su objetivo final. Otra de las apariciones de este demonio en el espacio real tuvo lugar durante la destrucción de Malakbael por parte de Angron y sus Devoradores de Mundos.
El Primarca había sido enviado a recuperar uno de los fragmentos más importantes de la Llave, pero su naturaleza iracunda le había llevado a destruir el planeta. Después del cataclismo que dividió el planeta en multitud de pedazos, Vashtorr se hizo con el control del Corazón Estigio y lo condujo hacia lo que fuera el núcleo del planeta. Allí recuperó el fragmento de la Llave, el cual demostraba un poder extraordinario, entonces Vashtorr supo en ese momento que sería una de las piezas clave en la consecución de la profecía.
El evento más importante llevado a cabo por Vashtorr fue el asalto a la Roca, fortaleza monasterio de los Ángeles Oscuros, para buscar uno de los fragmentos clave de la Llave.
La localización de la fortaleza era un misterio inexpugnable, guardado por los Ángeles Oscuros, para conocer su paradero, Vashtorr tuvo que llevar a cabo un plan con más de 300 años de preparación, durante el cual se hizo pasar por un avatar del Dios Maquina, así logro dar con una Inteligencia Abominable que le podía ofrecer el conocimiento que necesitaba.
La Inteligencia Abominable y Vashtorr hicieron un trato: la máquina le ayudaría a encontrar la Roca, a cambio, el Arquífice le cedería el control de un Arca. Tras recabar el apoyo de la Legión Negra y los Guerreros de Hierro, cuyo Primarca era aliado de Vashtorr, el Señor de la Forja de Almas juntó una flota de tamaño considerable, necesaria para poder asaltar la Fortaleza de los Ángeles Oscuros.
Sus hordas sorprendieron a los Ángeles y la IA desactivo los escudos de la fortaleza, comenzando el brutal combate.
La lucha por la Roca fue encarnizada pero equilibrada, en todas partes se ganaba o se pedirá terreno, pero el frente dirigido por Vashtorr fue casi imposible de detener para los Ángeles. Fue necesaria la intervención de dos de los mejores generales de los leales, Azrael y Lazarus, para enfrentarse a estos poderosos enemigos, pero aun así no fueron capaces de detener el avance y el propio Azrael se vio envuelto en un combate singular con Vashtorr que sabía que no podía ganar.
Fue en ese momento cuando Be'lakor, que veía al Arquífice como un rival y estaba celoso de su poder y sus avances, decidió invadir la Roca junto a sus discípulos y enfrentarse a Vashtorr.
El Señor de las Sombras se presentó en la Roca como tercer contendiente en esta batalla y se enfrentó a Ángeles Oscuros y aliados del Arquífice por igual. El propio Vashtorr se vio arrancado de la batalla en el interior de la Roca y transportado a la superficie por Be'lakor quien, tras un breve intercambio de palabras, se lanzó contra el Arquífice en un combate demonio contra demonio. Entonces comenzaron a llegar los refuerzos imperiales, haciendo imposible continuar con el asalto.
Una vez humillado Vashtorr y sus planes frustrados, Be'lakor y sus fuerzas se retiraron de la Roca, no sin que antes Vashtorr tomase el control de todas las armas que pudo y lanzó un devastador ataque contra su enemigo, un último intento por mantener su dignidad.
Incapaz de continuar por culpa de Be'lakor, el Señor de la Forja de Almas se retiró de la Roca, pero el fragmento de la Llave que en ella se escondía tenía una importancia vital, pues no se podía completar sin él, por lo que Vashtorr no se rendiría en conseguirlo.
Para lograr su propósito planteo una nueva estrategia, esta vez engaño a los Ángeles Oscuros para que se dirigieran hasta su posición. Al llegar, descubrieron con horror y furia cual era el verdadero objetivo de Vashtorr: cada uno de los fragmentos de la Llave era, en realidad, un pedazo del destruido Caliban, que Vashtorr había reunido y convertido en un mundo demoníaco.
Fragmentos de roca, de ruinas, de estatuas... Eran todos trozos del mundo natal de los Ángeles Oscuros, unidos para servir como receptáculo para los tres fragmentos más importantes, imprescindibles para obtener su objetivo: Tuchulcha, un antiguo instrumento inteligente encerrado en La Roca; el Ouroboros; y el Corazón de Plaga.
Con estos tres reunidos, Vashtorr podría reconstruir un artefacto creado en la Guerra en el Cielo, diseñado para crear túneles en la Telaraña. El Arquífice quería usarlo para encontrar una "Bóveda" dentro de la misma, donde se encuentra el secreto que necesita para su ascensión.
Pese al ataque de los Ángeles Oscuros, la oportuna intervención de los Ángeles Sangrientos y del Primarca Lion El'Jonson, no pudieron impedir el plan de Vashtorr. Aprovechando que la Roca estaba menos protegida por las tropas desplegadas en superficie, el Arquífice se infiltró en la fortaleza y entró en contacto con Tuchulcha, convenciéndola de unirse a él y teleportándose al núcleo de Caliban. Allí, los tres fragmentos se unieron y formaron el Motor Discordante. Las fuerzas imperiales se vieron obligadas a retirarse del planeta y del Sistema. Dejando a Vashtorr cada vez más cerca de lograr su objetivo.
Como todos los seres de la Disformidad, no tiene una forma física definida, sino que adquiere una cuando es manifestado. En la Disformidad es una idea inconcebible, una masa informe de innovación y artificio, un esquema cuántico de cambios lógicos sin restricciones. Tal visión volvería loco a cualquier mortal, por lo que Vashtorr adquiere la forma de un humanoide escuálido, en el cual se mezclan lo orgánico y lo inorgánico, con armadura y alas metálicas y una tez con ojos robóticos.
Fuera de las huestes que pueda llevar a la batalla, el propio Vashtorr es una entidad increíblemente poderosa. Ya sea reordenando los mecanismos de la realidad a su voluntad o volando por el campo de batalla sobre tormentas de electricidad disforme, el Arquífice es un demonio de maldad meticulosa y ordenada, cuya voluntad es tan inexorable como los mecanismos de una enorme e imparable máquina.