Ya sea para niños o adultos, Cuento de Navidad es uno de los clásicos de todos los tiempos, fue escrito por el autor inglés Charles Dickens en 1843. Éste ha logrado perdurar a través de los años gracias a la magia que desprende. Esta historia de esperanza sigue siendo vigente gracias al mensaje de integración familiar en la Navidad, trayendo de vuelta la magia y el amor a los corazones de quienes pierden el espíritu navideño.
Ebenezer Scrooge era un hombre amargado y de puño apretado, un viejo pecador exprimidor, escurridizo, codicioso y avaricioso. Duro y encerrado en sí mismo, tenía un negocio junto con su difunto amigo Marley, quien hace siete Navidades, había muerto. Nadie en las calles le hablaba, pues conocían bien la respuesta venidera.
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La mañana anterior a la víspera de Navidad, Fred, el sobrino de Scrooge, lo visito en su despacho para desearle Feliz Navidad e invitarlo a cenar en su casa. Como era de esperarse, Scrooge rechazo rotundamente la invitación, además se mostró grosero y huraño, juzgando a su sobrino por no tener mucho dinero. Fred, a pesar de la negativa de su tío, se retiró amablemente, sin enojo alguno y sin borrar la amable y compasiva sonrisa de su rostro.
Poco después, un par de caballeros entraron a su tienda y le pidieron a Scrooge que hiciera un donativo caritativo para la gente pobre; no obstante, y como estaba previsto, Scrooge se negó a ayudarlos y cuestionó la utilidad de los asilos para la gente necesitada.
Bob Cratchit, el empleado de Scrooge, a quien le pagaba tan sólo 15 chelines, estaba transcribiendo cartas en su cuchitril y pasaba un frío intenso, pues Scrooge ahorraba hasta en el carbón. Éste esperaba ansiosamente que llegara la hora de salida para regresar a casa con su familia y festejar la Navidad. Scrooge le advirtió que, al día siguiente, pese a ser Navidad, tendría que ir a trabajar desde muy temprano sin falta, o de lo contrario, perdería su trabajo.
Cuando Scrooge por fin salió del trabajo ya había oscurecido. Al llegar a casa sintió que el ambiente estaba especialmente extraño y misterioso, pero decidió ignorarlo, así que se colocó su pijama y gorro de dormir. Se sentó en su sillón y apenas recargarse se escucharon estruendos y campanas en la casa entonces el espectro de su difunto socio, Marley, apareció ante él, como una visión de una espeluznante figura fantasmagórica, cargando cadenas que representaban su penitencia por haber sido mezquino y avaricioso en vida.
En principio, Scrooge no quería creer lo que veían sus ojos, pero los estruendos y gritos de Marley, lo sometieron a escuchar. Marley hizo su aparición para advertirle a Scrooge que debía cambiar, pues debido a su comportamiento, él estaba destinado a sufrir su mismo destino, viajaría sin descanso, penando por toda la eternidad de no cambiar su actitud, por ello le daban la oportunidad de reivindicarse y para ello tres espectros se encargarían de visitarlo en las noches consecuentes a la 1:00 de la madrugada.
Cuando el espectro de Marley salió por la ventana, Scrooge cayo dormido. A las 4:00, Scrooge se despertó, y a partir de entonces, el reloj comenzó a avanzar con rapidez, dando las campanadas y haciendo pasar un día entero en cuestión de minutos. Al dar la 1:00, apareció ante él el primero de los 3 espectros.
Era una extraña figura, como un anciano del tamaño de un niño. Su cabello, que colgaba por su espalda y su nuca, era blanco, quizá por la edad, no obstante, su cara no tenía la menor arruga y el más tierno vello aparecía sobre su piel. Sus brazos eran muy largos y musculosos; al igual que sus manos, piernas y pies, como si su presión fuese de una fuerza inusual. Vestía una túnica del blanco más puro y alrededor de su cintura llevaba un lustroso cinturón, cuyo brillo era hermoso. Sostenía una rama de fresco y verde acebo en la mano, y en contradicción con el emblema invernal, su vestido iba adornado con flores veraniegas. Desde la coronilla de su cabeza irradiaba un chorro de luz clara y brillante y usaba un gran apagaluces como gorra, que ahora sostenía debajo del brazo.
Este espíritu se presentó como el Espectro de las Navidades pasadas, quien llevo a Scrooge a su pueblo de la infancia. Ambos entraron a una casa antigua, donde observaron a Scrooge de niño leyendo un libro e imaginándose las historias. El viejo Scrooge sintió un enorme gusto y nostalgia al recordar aquellos momentos cuando viajaba con la imaginación.
Poco después, el espectro lo llevó a la misma casa, pero Scrooge ya era un poco mayor y su hermana, alegre y hermosa, lo visito para llevarlo a casa con su padre a pasar la Navidad. Scrooge recuerdo con amor a su hermana, quien murió poco después de haber tenido a su sobrino Fred.
Posteriormente, el espíritu lo llevo al despacho de Fezziwig, su primer jefe, quien tenía dos aprendices y los alojaba en su casa. Era Navidad y había un festejo en la oficina al que todo el mundo asistió, bailó y se divirtió. Scrooge sintió en aquel momento, la necesidad de hablar con su empleado Cratchit.
Entonces el espíritu lo llevo a verse más grande y codicioso, discutiendo con su novia quien le reprocha haber cambiado porque se ha dejado atrapar por la avaricia. Ella le advierte que lo dejará, pues su ídolo de oro la ha desplazado como lo más importante en de su vida. Ante esto, Scrooge le suplica al espíritu no ver más, pero éste le toma por los brazos y lo lleva a casa de Belle, su antigua novia, en compañía de sus hijos y su marido. Este último, le comenta a Belle que ha visto a Scrooge completamente solo y que su socio, Marley, está a punto de morir.
Scrooge le suplica al espectro no ver más, quiere que pare la tortura y para su fortuna lo regresa a casa, cayendo en un profundo sueño.
Al siguiente día, Scrooge no quería que el próximo fantasma lo tomara desprevenido, así que abrió las cortinas de su cama y lo esperó despierto. Al dar la 1:00, nadie había ido por él, pero cruzando su puerta se reflejaba una luz roja. Scrooge se levantó para ver qué había tras la puerta y se encontró con el segundo de los tres espíritus.
Su sala estaba repleta de comida y manjares y en medio de todo estaba el espectro, que iba vestido con un sencillo manto verde, bordeado de piel blanca. Esta prenda colgaba tan suelta de su amplio pecho desnudo, como si desdeñara ser preservado o escondido. Sus pies, que se observaban debajo de los amplios pliegues de la prenda, también estaban desnudos; y sobre su cabeza no llevaba otra cosa que una corona de acebo, engarzada por relucientes trozos de hielo.
Sus rizos castaño oscuro eran largos y sueltos; libres como su genial cara, sus ojos chispeantes, su mano abierta, su alegre voz, su franco comportamiento y su aire jovial. En su cintura lucía un antiguo cinto, pero no había ninguna espada en él y la antigua vaina estaba enmohecida.
El espíritu se presentó como el Espectro de las Navidades Presentes, siendo de los más jóvenes de los más de mil ochocientos hermanos que tenía. Ambos viajaron hasta la ciudad y pese al frío que hacía, se respiraba una sensación de calidez y alegría. Fueron a casa de su empleado, Bob Cratchit y vieron a su familia antes de la cena de Navidad. Cratchit tenía varios hijos: dos pequeños, Martha y Peter, y el pequeño y enfermo Tiny Tim, quien cojeaba de una pierna.
En casa de Cratchit cenaban un pequeño pavo y pudin que cocinó su esposa, asimismo, cantaban villancicos alegremente. Scrooge le preguntó al espíritu si Tiny Tim viviría, pero éste le contestó que, de no cambiar su situación, preveía una silla vacía y una muleta abandonada. Al darse cuenta que el pobre Tiny Tim pudiese fallecer debido a su enfermedad, Scrooge se llenó de pena.
De allí, partieron a casa de su sobrino Fred, quien festejaba la Navidad en compañía de su familia, el joven brindaba por el tío Scrooge, pese a su negativa y burla respecto a la navidad. Scrooge estaba muy emocionado al ver la reunión, pues jugaban y todos se divertían mucho, deseando estar en el festejo.
De regreso a casa de Scrooge, el espectro comenzó a envejecer y de los pliegos de su manto sacó un niño y una niña: amarillentos, flacos, andrajosos y huraños, pero postrados en su humildad. El espectro dijo que eran los hijos del hombre y le recordó a Scrooge las palabras que pronunció con los caballeros que le pidieron caridad en su oficina para los pobres.
En punto de las doce, el espíritu desapareció y Scrooge divisó un fantasma solemne, con sábana y caperuza, que se movía como una niebla por el suelo, en su dirección. El fantasma se acercaba lenta y gravemente en silencio, parecía desparramar pesadumbre y misterio.
Iba arropado con una prenda negra, que le escondía la cabeza, la cara y su forma, no dejaba nada visible de él excepto una mano extendida. Scrooge le preguntó si era el Espectro de la Navidad por Venir, pero el espectro no contestaba ni pronunciaba una sola palabra, únicamente con su mano le señalaba la dirección. A lo que Scrooge le seguía en la sombra de su manto.
Primero fueron a la ciudad y escucharon a varios hombres de negocios, que Scrooge conocía, y que hablaban de la muerte de alguien. Después visitaron la casa de un señor que le compraba a unas mujeres las cortinas de cama y ropas del difunto, cual aves de rapiña.
El siguiente lugar que visitaron fue la casa de una pareja que discutían sus deudas, dado que la persona a la que le debían, había muerto, sin embargo, cualquier cosa, era mejor que seguirle debiendo al difunto.
Posteriormente, fueron a casa de Bob Cratchit y se percibía la ausencia de Tiny Tim y la profunda tristeza que ésta provocaba en sus familiares, asimismo, Bob platicaba que había visto a Fred, el sobrino de Scrooge, quien fue muy amable con él e incluso le ofreció trabajo a su hijo Peter.
Finalmente, fueron al cementerio y el espectro le señaló una lápida en particular, en la cual estaba inscrito el nombre de Scrooge, quien lleno de terror, le suplicó que le permitiera reivindicarse y le prometió que de ahora en adelante honraría todas las Navidades.
Pese a sus súplicas, el espectro lo rechazaba y en un último sollozo de Scrooge, el espectro se convirtió en la columna de su cama, permitiéndole sentirse liberado e infinitamente feliz por esta segunda oportunidad. A partir de ese momento, Scrooge juró tener siempre presentes a los tres espíritus de la navidad y decidió iniciar un cambio drástico en su vida.
Alegre se asomó por su ventana y se percató de que esa mañana era la víspera de Navidad, increíblemente no se la había perdido, todo había sido obra de los fantasmas, encargó a un muchacho comprar el pavo más grande de la tienda para enviarlo, en el anonimato, a casa de Cratchit. Inmediatamente después, se encontró con el señor que le habría pedido caridad para los pobres y Scrooge le ofreció una suma muy considerable.
No se dilató para ir a casa de su sobrino y pasar la Navidad en compañía de su familia, tal y como la había visto con el segundo espectro. A la mañana siguiente, Scrooge esperaba a Cratchit en la oficina, quien por la festividad de la noche anterior llegó un poco tarde. Scrooge lo regañó por su tardanza, pero era parte de una broma para notificarle que le aumentaría el sueldo y que le ayudaría a sobrellevar los problemas de su hijo pequeño.
Scrooge cambió radicalmente, se volvió bueno y generoso. Tiny Tim, quien no murió gracias a su intervención, tuvo a Scrooge como un segundo padre. A veces la gente se reía del cambio de Scrooge, pero él era feliz, tan feliz como nunca lo había sido en toda su vida.