Ladón (Mitología Griega)

Ladón contra Heracles

En un inicio Ladón fue criado por la diosa Hera con la finalidad de que al crecer sirviera a sus propósitos y así fue, pues, la diosa lo llevaría a su jardín en donde seria el encargado de custodiar el árbol de manzanas y sus frutos dorados, puesto que, Hera desconfiaba de las Ninfas por ser hijas del titan Atlas. El dragón cumplió su deber por mucho tiempo hasta que el héroe Heracles llevado hasta el jardín de las Hespérides por uno de sus doce trabajos cambiaría esto para siempre. El héroe debía cortar las manzanas doradas del árbol favorito de la diosa Hera para llevárselas al rey Euristeo.

Para poder obtener las manzanas Heracles tuvo que cautivar primero a las ninfas quienes encantadas con el le permitieron continuar pero al llegar al manzano se encontraría con el poderoso dragón que no lo dejaría dar ni un paso más, Heracles desenfundo su espada mientras que el dragón escupió fuego por todas y cada una de sus cabezas, afortunadamente para el héroe portaba la dura piel del León de Nemea con la que pudo protegerse del fuego del dragón, de esta manera el héroe logro acercarse hasta Ladón quien ataco con sus garras pero Heracles salto debajo del dragón mientras esquivaba las mordidas de las cabezas de la bestia y utilizando su enorme fuerza atravesó el pecho del monstruo con su espada y rasgándolo hasta la barriga, muriendo de esta forma el temible Ladón. En agradecimiento por su lealtad y servicio la diosa Hera elevo a Ladón al cosmos convirtiéndolo en la constelación de Dragón.

Ladón el dragón de las Hespérides era un gigantesco dragón de cien cabezas las cuales brotaban todas de entre sus hombros, sus cabezas eran todas de apariencia un tanto distinta a las demás, se movía en cuatro patas y de su lomo brotaban dos enormes alas, mientras que, de su parte trasera crecía una larga cola que terminaba en forma de aguijón.

Este enorme dragón tiene una enorme fuerza física, sus garras destrozan todo lo que atacan y sus cien cabezas descuartizarían a cualquier guerrero, cada una de sus cabezas tiene la habilidad de hablar una lengua distinta. Sus enormes alas le permiten elevarse por los cielos y atrapar a sus presas. Su habilidad más poderosa recae en sus cabezas pues todas y cada una de ellas pueden lanzar fuego y en combinación formar un mar de llamas.

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