Seonangshin (Mitología Coreana)

Según el Seongjugut, Sojinhang, el dios regente del inframundo, tenía varios hijos, sin embargo, los trataba cruelmente y con desprecio, obligándolos a cumplir sus órdenes sin descanso. Seonangshin, era la más joven y la más bella de sus hijos, pero también era la más rebelde, atributo que demostró cuando harta del maltrato de su padre, se dispuso a escapar de su tiranía.

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Logro escapar a la superficie, el mundo de los humanos, donde de inmediato quedo maravillada por la belleza de la naturaleza y la vida de los mortales. Deslumbrada por la forma de vivir de los humanos, Seonangshin, quiso formar parte de ellos,no obstante, no sabia como acercarse a ellos, así que se escondió por un tiempo, solo observaba y aprendía.

Un día, mientras vagaba por el sendero de un bosque, se encontró con un viajero, este llevaba una carga pesada sobre sus hombros, se le veía cansado y sediento, así que, Seonangshin, deseosa de ayudar, se coloco a un lado del sendero y se convirtió en una enorme roca, haciendo brotar agua fresca de su interior, asombrado por la belleza del manantial, el viajero se acercó y agradecido bebió el agua, dejo su carga sobre la piedra y se recostó junto a ella, quedándose dormido.

Seonangshin, se sentía contenta por haber ayudado, pero pronto la invadió un sentimiento amargo, pues, una vez que el viajero despertara, tomaría su carga y se iría, dejándola sola de nuevo, por ello, la diosa hablo al hombre en sueños. En ellos, se revelo ante el como una diosa, le hizo saber que había sido ella quien lo había ayudado y le pidió que al marcharse la llevara con él, a cambio la diosa se convertiría en protectora de su pueblo y les otorgaría fortuna y abundancia.

Al despertar, el viajero no sabía si su visión había sido solo parte de su sueño, pero convencido tomo la piedra y la coloco sobre su carga llevándola hasta su pueblo, al llegar, el hombre compartió su historia con los habitantes, quienes quedaron asombrados, algunos no estaban seguros de creer que se trataba de una diosa, pero la mayoría creyeron en ella, así que, construyeron una torre de piedras en el centro del pueblo, colocando en la sima la piedra de Seonangshin.

Le realizaron todo tipo de ofrendas y le pidieron con fe sus bendiciones. Contenta, Seonangshin colmo de bendiciones al pueblo y los defendió de todos los males que se presentaron. Con el pasar del tiempo, la creencia de la diosa se extendió y muchos más pueblos le construyeron templos de roca por toda Corea.

Se creía que Seonangshin tenia el aspecto de una hermosa mujer, adornada con los vestidos más bellos, no obstante, se le representaba con una torre empedrada, una piedra grande, una casa o un árbol sagrado donde la gente le rezaba.

Se consideraba que Seonangshin podía proteger de las enfermedades y las desgracias, atraía suerte y abundancia a los viajeros o al pueblo e incluso los protegía durante la guerra.