Chang'e (Mitología China)

Cuenta la leyenda que Chang'e y su esposo Hou-Yi eran inmortales que vivían en el cielo. Un día los diez hijos solares del Emperador de Jade se postraron sobre la tierra, al estar todos juntos comenzaron a quemar la Tierra. El Emperador les ordenó detenerse, pero los astros ignoraron su petición, por ello recurrió a Hou-Yi para ayudarle a detenerlos. Hou-Yi intento detener a los dioses por las buenas, pero cuando las palabras fallaron no tuvo más opción que usar la fuerza.

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Utilizando su gran habilidad para la arquería se enfrentó a los dioses solares, derribo con sus flechas a nueve de los diez y solo quedo uno en el cielo gracias a la oportuna intervención del Emperador, quien no estuvo de acuerdo con la solución de Hou-Yi, pues nueve de sus hijos estaban muertos. Y como castigo, condenó a Houyi y a Chang'e a vivir como mortales en la tierra.

A pesar del castigo, Hou-Yi continúo ayudando a los mortales, pero Chang'e sí sufrió la pérdida de su inmortalidad, por ello, Hou-Yi decidió emprender una larga y peligrosa búsqueda del elixir de la inmortalidad para que volvieran a ser inmortales de nuevo. Al final del viaje conoció a la Reina Madre del Oeste, quien por sus hazañas acordó darle el elixir, pero le dijo que cada uno solo necesitaría unicamente la mitad del frasco para volverse inmortal.

Hou-Yi llevó el frasco a casa, pero apenas llegar el Emperador del reino le pidió acudir a su corte con urgencia. Hou-Yi guardo el elixir en un cajón, advirtió a Chang'e que no debía abrirlo y después ácido al Emperador. Desgraciadamente, Chang'e no pudo soportar la curiosidad, abrió el cajón y encontró el elixir, sin saber de qué se trataba, la mujer bebió todo el contenido del frasco. Entonces comenzó a flotar hacia el cielo debido a la sobredosis. Justo en el momento en que comenzó a elevarse, Hou-Yi apareció cabalgando de regreso, contemplo la idea de dispararle una flecha para evitar que flotara demasiado lejos, pero no soporto la idea de la posibilidad de hacer daño a su esposa. Finalmente, Chang'e continúo flotando hasta llegar a la luna.

Una vez en la Luna, Chang'e estaba sumamente triste, pues creía que pasaría el resto de la eternidad sola y sin su esposo, pero afortunadamente se percató de que, al menos, no estaba sola. En la luna también vivía un conejo de jade que preparaba elixires y el leñador Wu Gang, que ofendió a los dioses en su intento de lograr la inmortalidad y fue desterrado a la Luna. A Wu Gang se le permitió abandonar la Luna sí podía cortar un árbol que crecía allí. Su desgracia era que cada vez que cortaba un pedazo del árbol este volvía a crecer, condenándolo a vivir en la Luna por toda la eternidad.