Leprechaun

Los leprechaun suelen adoptar la forma de hombres viejos que disfrutan realizando travesuras. Se dedican a fabricar o arreglar zapatos, pero se dice que son muy ricos, ya que custodian muchos calderos llenos de tesoros que fueron enterradas en tiempos de sequía. Según la leyenda, si alguien logra fijar la mirada sobre uno de estos duendes, este no puede escapar, pero en el momento en que se retira la mirada, desaparecerá.

Un cuento típico empieza con un viajero que sigue el débil sonido de un martillo, proveniente de un espeso bosque. Al investigar, el hombre se encuentra con el leprechaun, quien al verse descubierto y sin poder moverse se mostró amable, hasta que su visitante le pide que le diga dónde esconde el oro. Por supuesto, el duende enfurece, pues no desea compartir su tesoro con nadie, por ello niega tener oro y hace lo que sea para distraer a su captor, con el fin de que lo pierda de vista y así puede escapar, señala un imaginario enjambre de abejas y luego un árbol a punto de desplomarse. El viajero cayo en la trampa y en el mismo instante en que el humano le quita los ojos de encima, el leprechaun se esfumo.

Por supuesto, si este truco fallaba, aún le quedaban muchos recursos por utilizar. Por ejemplo, podía aparentar ser sorprendentemente generoso y, en un abrir y cerrar de ojos, comprar su libertad con una bolsa repleta de monedas de oro. Pero cuando los leprechaun entregan su oro, es mejor no confiarse demasiado pronto, pues su regalo se convierte enseguida en cenizas o desaparece por completo. No obstante, se dice que, si el leprechaun es recompensado con algún objeto valioso, te dará mucha suerte, en el hogar y durante tu vida si el regalo es de buena fe.

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Otro cuento aún más famoso contado en Irlanda durante generaciones, Es aquel que nos cuenta como un granjero se encontraba trabajando en sus tierras cuando descubrió por casualidad a un hombrecillo que se escondía bajo una hoja. Convencido de que se trataba de un leprechaun, el granjero capturó enseguida al hombrecillo en su mano y le preguntó dónde tenía escondido el oro.

El leprechaun solo deseaba que le liberasen, por lo que enseguida le reveló que su tesoro se hallaba oculto debajo de un arbusto cercano. Convencido de que se trataba de un leprechaun, el granjero capturó enseguida al hombrecillo en su mano y le preguntó dónde tenía escondido el oro. El leprechaun solo deseaba que le liberasen, por lo que enseguida le reveló que su tesoro se hallaba oculto debajo de un arbusto cercano. Como no tenía a mano ninguna herramienta para cavar, se quitó uno de sus calcetines rojos y lo ató a una rama para marcar el arbusto que el leprechaun le había señalado.

Cuando se dirigía a su casa en busca de una pala, el leprechaun le dijo que ya no necesitaba sus servicios para nada y le pidió que le liberara. El granjero accedió, pero no sin antes hacerle prometer que no iría a quitar el calcetín ni a llevarse el oro. Parecía buena idea, pero no resultó como esperaba, pues cuando el granjero regresó al campo a los pocos minutos, todos los arbustos estaban marcados con calcetines rojos idénticos.

Las imágenes modernas de los leprechauns, especialmente las que se ven en el día de San Patricio, suelen mostrar a un hombrecillo vestido de verde. Sin embargo, según cuenta la tradición, estaban vestidos con chaqueta y pantalones rojos, adornados con botones plateados. Sus zapatos eran enormes para su tamaño y tenían hebillas de plata, sobre su cabeza portaban un sombrero puntiagudo. Su estatura va desde los quince centímetros hasta poco más de medio metro. La mayoría tienen barba y un rostro de aspecto travieso.

Los leprechaun son seres muy escurridizos, así como astutos y tramposos, no obstante, poseen debilidad ante la mirada de los hombres. Su magia es débil, pero, pueden realizar diversos engaños mágicos como convertir cenizas en aparente oro, pues, apenas desaparezca el duende, lo que parece oro volverá a ser cenizas. Aun con esto, su endeble magia es muy útil para los mortales, pues pueden llenarlos de buena suerte.