El gigante Mimir era el dios responsable de cuidar la fuente de la sabiduría donde se guardaba el conocimiento del universo. Era hermano de la gigante Bestla y por tanto tio del dios Odin. Este dios vivía en el manantial con el que compartía nombre, sus aguas otorgaban inteligencia y sabiduría infinita y el propio Mimir las bebía para conocer todos los secretos del mundo.
Tras largo tiempo Mimir fue el único conocedor de la sabiduría que otorgaba el manantial hasta que cierto día apareció un hombre llamado Vegtam, aunque, en realidad se trataba del mismísimo dios Odin que como rey de los dioses estaba en busca de mayor conocimiento y poder, sin embargo, Mimir no le permitiría beber de su fuente a menos que Odin le otorgara algo muy valioso a cambio, así que, el dios sin pensarlo se arranco el ojo izquierdo y lo arrojo al fondo del manantial, una vez realizado el sacrificio el gigante le permitió al rey de los Aesir beber de sus aguas.
Tras la guerra de los Aesir y los Vanir para mantener el acuerdo de paz entre ambos grupos de dioses, se realizó un intercambio de rehenes, los Aesir les entregaron a Hoenir y a Mimir, impresionados con el porte del Aesir los Vanir decidieron nombrarlo como su líder, Hoenir conocía el don de sabiduría de Mimir, así que le pedía consejo en cada decisión que debía tomar, desafortunadamente esto no les agrado a los Vanir quienes creyeron que se trataba de una trampa de los Aesir, por ello decapitaron a Mimir y le enviaron su cabeza a Odin quien con su magia resucito la cabeza de Mimir para que pudiera hablar y siguiera dando consejo.
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A Mimir se le representaba como un hombre de avanzada edad o en ocasiones dada su historia aparece unicamente su cabeza tras ser decapitado y en las manos del dios Odin. El gigante se muestra siempre acompañado de su fuente de la sabiduría.
Debido a que Mimir era el guardian y descubridor de las aguas de la sabiduría solía beberlas, esta acción le otorgo al gigante la capacidad de conocer el pasado, presente y futuro del universo, sabiduría e inteligencia infinitos. Utilizaba sus dones para ayudar a otros dando consejo y compartiendo su conocimiento, lo que lo convertía en un valioso aliado.