Xiuhtecuhtli

Dios mexica del fuego

Xiuhtecuhtli, también llamado “Señor del Fuego”; “Señor Turquesa” o “Señor de la hierba”, es la personificación del fuego y el calor en la mitología mexica. Su consorte y contraparte es la diosa Chantico, también llamada Cuauhxólotl.

Al igual que otros dioses nahuas, Xiuhtecuhtli es una herencia de culturas anteriores, dioses asimilados por los nahuas en su panteón. Tal fue el caso del dios del fuego Huehuetéotl, el dios viejo, a quien también se le consideraba abuelo de los hombres y el dueño del tiempo, tras ser asimilado por los pueblos Nahuas se le conoció como Xiuhtecuhtli.

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A veces es considerado como una manifestación de Ometecuhtli, el Señor de la Dualidad, por ello, en ocasiones era considerado padre de los dioses. También se le relacionaba con la serpiente de fuego Xiuhcoatl, aquella, con la que Huitzilopochtli lucho en contra de sus hermanos y hermana. Siendo esta serpiente su forma de Nahual.

El rostro de Xiuhtecuhtli está pintado con pigmento negro y rojo o amarillo. En su cabeza llevaba la corona de turquesa conocida como xiuhuitzolli, la cual era solo llevada por los gobernantes. En su pecho portaba un pectoral de mariposa turquesa, un pájaro cotinga en su frente y en la espalda la serpiente Xiuhcoatl.

De su corona sobresalen plumas verdes que representan las llamas del fuego. Estas plumas también se extienden por su espalda semejando la cabeza de un dragón, hecho de plumas amarillas. Tiene cascabeles de cobre atados a los empeines de sus pies.

En su mano izquierda sostiene un escudo con cinco piedras verdes, llamadas chalchihuites, colocadas en forma de cruz sobre una delgada placa de oro que cubría casi todo el escudo. Por su parte, en su mano derecha sostiene una especie de cetro.

Xiuhtecuhtli controla el fuego y las sequías. Era capaz de hacer llover llamas y su fuego calcinaba cualquier cosa. También purificaba a quien entrara en contacto con él.

Sus principales símbolos son el tecpatl (pedernal) y el mamalhuatzin, los dos palos que se frotaban para encender fuegos ceremoniales. También se le relacionaba con el alacrán, debido a su picadura que se siente como una braza ardiente.

Durante el final del xiuhmolpilli, el período de 52 años del calendario, se temía que los dioses se apartasen de los humanos dejándolos librados a su suerte y, para evitarlo, se celebraban festines en honor a Xiuhtecuhtli y se realizaban sacrificios humanos en los que se inmolaba a un cautivo ataviado con el ropaje del dios tras haberle extraído su corazón.