Los kodama son espíritus conocidos desde la antigüedad, desde antes incluso de que los japoneses tuvieran un lenguaje escrito. Esto no debe extrañarnos, pues los árboles, los bosques y frondosos valles siempre han tenido un encanto especial, son una fuente de mística inconmensurable, que transmite serenidad y sabiduría, pero también misterio y peligro.
Al igual que los kanjis que forman la palabra, la forma de ver los kodama ha cambiado con el paso de los siglos, en los más antiguos tiempos del Japón los kodamas eran considerados dioses del bosque, Kamis que habitaban ciertos árboles, aunque no estaban intrínsecamente ligados a uno solo de ellos, sino que podían moverse por el bosque libremente.
Otros, pensaron que estos espíritus estaban en efecto ligados a árboles concretos y particulares, a los cuales no se debía dañar o serias maldecido.
Los kodama se perciben por los sonidos típicos del bosque: las ramas mecidas por el viento, las hojas otoñales rodando y crujiendo por el suelo, los ecos de los valles y montañas, son las voces de los kodama, el estruendo que suena cuando un árbol cae es su llanto y los frutos y semillas maduras que caen al suelo, su regalo.
Los kodama eran antiguamente tratados como deidades, pero con el tiempo, a partir de la era Edo dejaron de creer en la naturaleza divina de los kodama y fueron incluidos entre los variopintos yokai.
Esto fue debido a historias sobre kodamas que se enamoraron de mortales y adoptaron forma humana para pasar sus días con el ser amado. Por ello para la mentalidad japonesa, se acercarían más a la definición de “duendes” del bosque que de dioses intangibles.
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El aspecto de los kodamas no esta definido. En las leyendas más antiguas donde se habla de estos espíritus se les describe como seres invisibles o indistinguibles del resto de árboles, solo se podía reconocer su presencia gracias a los ecos fantasmagóricos que producían. Miyazaki Hayao usó extensamente los kodama en su película la Princesa Mononoke, en donde los ilustró con pequeños cuerpos con cabezas redondeadas y de color blanco. En la actualidad se les suele representar como hadas o duendes del bosque, pero su aspecto sigue ligado a la interpretación individual.
Los Kodamas son espíritus protectores del bosque, pueden ayudar a sanar a cualquier ser vivo o lanzar terribles maldiciones. En conjunto, el poder de Kodama es mucho mayor, siendo capaces de unirse en un espíritu más poderoso para defender el bosque.