Angelos (Mitología Griega)

Su historia aparece en un escolio del segundo Idilio de Teócrito que se atribuye al dramaturgo Sofrón, y dice así:

Hera, habiéndose acostado con Zeus, concibió una niña a la que llamaron Angelos, la "mensajera". Fue criada por ninfas a cuyo cuidado su padre había confiado. Un día robó los ungüentos de su madre Hera, que hacían que el rostro resplandeciera, y se los entregó a Europa, hija de Fénix. Hera enfureció al enterarse y quiso castigarla.

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Angelos se escondió, primero en la casa de una mujer que había dado a luz y luego entre unos hombres que llevaban un cadáver. Hera se negó a ir a estos lugares, por lo que Zeus ordenó a los cabiros que limpiaran a Angelos. Realizaron el rito de purificación en las aguas del lago Aquerusia en el inframundo. En consecuencia, recibió el mundo los muertos como su reino de influencia, y se le asignó el epíteto katachthonia, que significa "del inframundo".

La idea detrás del mito es que Angelos frustra la persecución de Hera yendo a lugares que su madre no puede, pues eran lugares considerados impuros. De este modo, Angelos es capaz de ir a donde otras deidades no pueden o no quieren ir, siendo una deidad que está en ambos extremos de la vida, el nacimiento y la muerte. El robo del ungüento recuerda al robo del fuego de Prometeo y al igual que este, tiene un significado ritual.

Y por si fuera poco se lo entrega a Europa, que es amante de Zeus, de manera que el mito le otorga una importancia inusual a la diosa, y más profunda de lo que parece. Ya que, el nombre "Europa" se refiere a Occidente y la puesta del sol; de modo que, simbólicamente, al entregar el ungüento, Angelos entrega una luz solar a la oscuridad del Inframundo o, por extensión, a los mortales en general.

Se cree que Angelos pudo ser una deidad nativa de Sicilia que fue asimilada a Hécate y Artemisa. Pero principalmente es considerada una versión temprana de Hécate, la que pertenecía tanto al mundo superior como al Inframundo, con una posición similar a la de Perséfone.