Mictlantecuhtli (Mitología Mexica)

Tras la caída del cuarto sol los dioses estaban tristes y decepcionados de sí mismos, pues creían que habían fallado en su tarea de crear a la humanidad, tomaron los huesos sagrados y se los entregaron al dios de la muerte para que los resguardara en su reino, sin embargo, el dios Quetzalcóatl no estaba dispuesto a fallar en la tarea que le encomendó su padre, así que debía recuperar los restos sagrados, pero para ello debía bajar al Mictlán, verse las caras con el temible Mictlantecuhtli y pedirle que le devolviera los huesos.

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Quetzalcóatl logro llegar hasta lo más profundo del Mictlán y se presentó ante Mictlantecuhtli quien se mostró sumamente sorprendido de verlo en su dominio, la Serpiente Emplumada pregunto al dios de los muertos por los huesos, a lo que este respondió positivamente prometiendo entregárselos siempre y cuando fuera capaz de realizar una prueba, Mictlantecuhtli le eentregaría lo que buscaba si era capaz de viajar a través de su reino cuatro veces mientras una cáscara de concha sonaba como trompeta, Quetzalcóatl aceptaría el reto, sin embargo, el tramposo dios de la muerte le entrego una simple concha sin hoyos en lugar de la trompeta de concha.

El astuto Quetzalcóatl se percató del engaño y no dejaría que se burlaran de él, así que, invoco a unos gusanos y abejas, los primeros perforaron la concha haciéndole hoyos y las ultimas hicieron rugir la trompeta, al escuchar el soplo de la concha, Mictlantecuhtli entrego los huesos y permitió al dios llevárselos de buena gana o eso parecía, pues rápidamente cambio de opinión, pero Quetzalcóatl que era más inteligente ya había escapado con los huesos sagrados, el dios de la muerte enfureció y envió a sus secuaces a perseguirlo e intentar matarlo, desafortunadamente para ellos no fueron rivales para el dios.

Al ver que sus seguidores eran incapaces de hacerle frente al dios, Mictlantecuhtli los envía a cavar el pozo más profundo. Mientras tanto Quetzalcóatl estaba por salir del Mictlán, pero una codorniz se presentó cerca de él mientras corría, distrayéndole y haciéndole caer en la trampa de la muerte. Fue tal la caída que acabo con la vida del dios y los huesos se rompieron. Mictlantecuhtli quedo satisfecho y contento, pero mientras se regocijaba Quetzalcóatl revivió, tomo los huesos y salió volando desde el fondo del agujero hasta fuera del Mictlán con su forma de Nahual. Mictlantecuhtli perdió su gozo de inmediato y quedo furioso, incapaz de lograr su objetivo ni oponerse al dios.

Mictlantecuhtli tenía un rol sumamente importante en los rituales de sacrificios humanos, en su mayoría se le otorgaban como ofrendas a guerreros enemigos capturados, los sacrificios eran descuartizados y sus restos colocados en jarras, las cuales se colocaban frente a Mictlantecuhtli, sus sacerdotes vaciaban la sangre de las ofrendas en los recipientes y luego la repartían entre nobles y quienes servían en el templo del señor de la muerte, estos a su vez daban a probar la carne a sus amigos y familiares.

Mictlantecuhtli es representado como un hombre con el cuerpo cubierto de huesos humanos y en el rostro porta una máscara con forma de cráneo, con cabello encrespado y negro, sus ojos son como dos estrellas y esta adornado con papel en forma de rosetas y conos, además porta una bandera y una estola. Se le suele ver presentándose ante quienes lo invocan para realizar sacrificios y atormentando a los muertos.

Este dios de la muerte es sumamente poderoso, es la autoridad de los nueve niveles del Mictlán y las almas que lo recorren, de manera que tiene a su disposición un innumerable ejército de muertos y secuaces viles, tiene dominio sobre la muerte y las artes oscuras, además es un dios muy astuto y tramposo.

Mictlantecuhtli es asociado a todo aquello que tiene que ver con la muerte, su símbolo principal es un cráneo o una calavera, pero también se le relaciona con algunos animales como el murciélago, la araña y sobre todo el búho, el cual era considerado un animal de mal agüero y cuyo canto nocturno se considera hasta nuestros días un presagio fatal para quienes lo escuchan.